sábado, 21 de marzo de 2015

LUCHAS DE LOS OBREROS DE LA BANANERAS






UNIVERSIDAD ESPECIALIZADAS DE LAS AMERICAS
PROGRAMA DE DIPLOMADO
LICENCIATURA EN CIENCIAS DEL
TRABAJO
TEMA:
LUCHAS DE LOS OBREROS DE LA BANANERAS
PRESENTADO POR:
GLORIA BENEDI.

EXPOSITORA:
DEIKA NIETO VILLAR.









Más de 4,500 trabajadores, en su mayoría indígenas, organizados en el poderoso Sindicato de Trabajadores de la Industria Bananera (Sitraibana), paralizaron en una huelga total las fincas de la Fruit Company, en la provincia de Bocas del Toro, en Panamá.
La medida forma parte del rechazo a la reaccionaria Ley 30 y la decisión de la empresa de no descontar la cuota sindical, medida que pretenden imponer las autoridades a nivel nacional para liquidar los sindicatos.
La ley 30, también llamada Ley 9 en 1 o Ley Chorizo sancionada recientemente, restringe el derecho de huelga y las negociaciones colectivas, habilitada la contratación de rompehuelgas y da inmunidad a la política, otorgándole fueros por encima de la Constitución panameña. La sanción de la ley dio luz verde a las patronales para avanzar en un ataque en regla contra los salarios y las condiciones laborales, despertando un rechazo popular que se manifestó en la movilización de más de 10 mil panameños el último 29 de junio.
La huelga bananera se desarrolló con más de cuarenta piquetes que bloquearon desde el 1 de julio los sindicatos de bananeros, más de 600 efectivos especiales antimotines de las unidades del Control de Multitudes de la Policía Nacional reprimieron violentamente a los trabajadores, cobrándose la vida al menos seis personas, incluidos dos menores y una mujer. Los hospitales no dieron abasto para atender a los cientos de heridos generados por la represión. Antonio Smith, dirigente sindical de la bananera Bocas Fuit Company, se convirtió en el primer mártir de la lucha contra la reaccionaria ley.
A pesar de la represión, que incluyo un toque de queda, los enfrentamientos no cesan y la huelga sique en pie, acompañada por decenas de barricadas y movilizaciones que se extienden por todo el país. La huelga general ya se ha transformado en la consigna central de una gran cantidad de gremios, que ven en la heroica lucha de los bananeros el campo para derrotar la ofensiva patronal desatada a partir de la sanción de la reaccionaria Ley 30.








La burguesía no se detendrá frente a huelgas heroicas pero aisladas, solo golpeando juntos y al mismo tiempo se detendrá la represión y se echara abajo la reaccionaria ley 30. Estos ataques muestran que la burguesía quiere arrebatar cualquier derecho conquistado y este no será el último golpe que querrán asestar .Solo se les puede frenar ante el miedo de perderlo todo y eso solo es posible con acciones como la huelga general
Una medida de este tipo, aunque fuera solo un día, mostraría la enorme fuerza de nuestra clase dejando claro que esta sociedad funciona solo bajo el permiso de los trabajadores y sin ellos no se mueve una rueda, no se enciende un foco, no se cosecha ni un fruto, no se atraviesa un solo barco el Canal de Panamá.
Una huelga general pone sobre la mesa quien es el dueño de la casa y ayuda a que las amplias masas obreras saquen la conclusión de que dirigir esta sociedad de mejor forma sin ayuda de los partidos, políticos burgueses y la actual clase parasitaria gobernante que ha llevado a la ruina a los obreros y campesinos de Panamá.
No hay otra alternativa, se tiene que trabajar hacia la unidad del movimiento obrero junto con las demás clases y sectores oprimidos y desarrollar un plan de lucha encaminado a impulsar una huelga general de 24 horas exigiendo se detenga la represión y castigue a los culpables de los asesinos de los obreros de Boca del Toro, se destituya a la Ministra de Trabajo Alma Cortez y se eche abajo la ley 30.













El 13 de octubre de 1960 la zona bananera del distrito de Barú sacudió el apacible transcurrir provinciano al declarar los trabajadores de la Chiriquí Land Company una huelga sin precedentes en la historia del movimiento obrero. Fue una huelga reivindicadora, espontanea fundada en realidades que se fueron acumulando y que demandaban soluciones justas en las relaciones obreros patronales existentes.
La relación laboral no se circunscribía a los centros de trabajo. Al examinar el pliego de aspiraciones, el reclamo de mejores salarios y de condiciones de trabajo más aceptables hacía previsible un arreglo satisfactorio. En aquella época el salario mínimo de los trabajadores agrícolas del país oscilaba entre B/. 1.00 a B/. 1.50 diario. E la zona bananera dichos salarios eran de B/.0.25 la hora, o sea, B/.2.00 diarios.
Los huelguistas deseaban un aumento de B/.0.15 la hora lo que sumaría a B/.0.40 la hora. Se solicitaba igualmente un convenio colectivo y el cese de algunas prácticas impropias. En los trabajos por contrato, por ejemplo, el salario se fijaba luego de terminar la faena contratada. Se exigía, como es natural, acuerdo total previo., Existían otras aspiraciones de carácter social y económico.
La primera medida legalista fue reordenar el comité de huelga y se integró con trabajadores exclusivamente de la empresa. El que actuaba originalmente como presidente, un dirigente social, Rodolfo Aguilar Delgado, declino gustosamente, Aguilar fue asesinado unos años después por la Guardia Nacional. En representación de la gran población indígena actuaban, entre otros, los hermanos Palacios Salinas. Tomas que no era empleado de la empresa, se fue a la retaguardia sin disminuir su dinámica solidaria.
El segundo paso regulador fue lograr la renuncia de todos los directivos del sindicato inoperante que existía. Se convocó a una asamblea general y allí se eligió la nueva junta directiva, la que fue presidida por el obrero huelguista José Ángel Villarreal. En estas gestiones puramente legales los dirigentes de la huelga ejercieron un protagonismo excelente.







Las ollas comunes diseminadas en la zona en conflicto para dar alimento a la población fueron destruidas y los huelguistas se replegaron a sus centros de trabajo. El atropello provoco reacciones de violencia en algunos sectores vinculados a la empresa, exactamente como ocurrió a los trabajadores del Suntracs recientemente. El 18 de octubre una manifestación de trabajadores se dirigía a corredor fue atacada a bala y murió el obrero Dionisio Arrocha. En el suelo, ya moribundo, Arrocha dio la consigna a sus compañeros: Se que voy a morir, pero sigan adelante.
Al recobrarse la tranquilidad, el sindicato empezó su estructura. Se crearon organismos de consulta interna, democráticos, como la Asamblea de Representantes integrada por delegados de cada finca y de cada departamento.
Se establecieron reuniones mensuales de la junta directiva y la Asamblea, de modo que había una permanente comunicación con las bases. Se establecieron juntas de conciliación en cada finca y departamento.
Luego vinieron las conquistas sociales auspiciadas por los trabajadores: incorporación del distrito al sistema del Seguro Social; La construcción del hospital que lleva el nombre del mártir Arrocha; la creación del segundo ciclo secundario; la terminación de la carretera Puerto Armuelles-Frontera y muy legos, cuando ocupaba la Rectoría de la Universidad, se dio inicio a la docencia universitaria, creándose la extensión universitaria del Barú.
El 13 de octubre marco definitivamente una vocación social, fueron días duros, de no escasos peligros, pero siempre estimulado en lo personal por el espíritu de una masa obrera noble, buena y luchadora, cuya realidad conmovedora se resume en las palabras intimas de un huelguista de 1960 Dr. Zuñiga “ yo he trabajado tanto y he sufrido tanto, que ya a mi el sudor me duele”.
Por la justicia social, por un sudor gratificante, por esos y por otros motivos el 13 de octubre de 1960 los trabajadores Bananeros dialogaron con la historia.






La forma de inserción de Panamá a la economía mundial enmarca las condiciones de vida de la clase obrera, donde la remuneración que estas perciben no alcanza siquiera para vivir. Es decir están por debajo de lo mínimo que requiere para reponer el desgaste de su fuerza física y para garantizar su reproducción. Ello es más evidente, en un capitalismo dependiente como el nuestro. Esta forma de inserción, además coloca a la mayoría de la clase obrera en una situación de desocupación y de informalidad de sus puestos de trabajo.
La inserción h generado una marcada diferencia entre la cuidad y el campo, concentrando la primera a la mayor parte de la población ( área metropolitana Panamá y Colon ), dado que en ella se ubican las fábricas, la actividad de servicios y la burocracia estatal y con ello las principales fuentes de empleo.


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